domenica 18 novembre 2007

La diáspora


Época de cambios esta que vivimos. Teníamos una vida montada, una bonita maquina que funcionaba a la perfección, donde los problemas eran pequeños y los hacíamos grandes a voluntad. Un mundo creado entre todos, en el que éramos felices.
Pero el tiempo avanza en línea recta, y no en círculo. Las cosas cambian y es difícil ser feliz si te empeñas en volver a aquellos momentos en los que ahora ves que eras feliz, pero que entonces aun no eras consciente de ello. feliz, felicidad, feliz, felicidad, fidelidad a la felicidad.
La vida o la inquietud de las personas, dictó que el momento había llegado, la gente comenzó a marcharse, cambiaron sus vidas y las de aquellos que se quedaron.
Ahora cada uno esta en un punto distinto y en una royo distinto, sabemos poco unos de otros, solo las historias mas grandes cruzan las fronteras. Muchas otras que hubieran dado noches enteras de risas se quedan perdidas en nuestros respectivos destinos, algunas se rescataran una tarde cualquiera, otras jamás las conoceremos.
Es triste, si. Es como aquel verano en Edimburgo, cuantas veces he dicho cuanto me hubiera gustado triunfar, encontrar un trabajo y una casa. Mucha gente me dice que lo vuelva a intentar. Pero eso es mentira, no lo puedo volver a intentar, porque ni tengo 20 años, ni un verano en el que no tengo nada mejor que hacer, ni me acompañarían Alberto ni Pablo, ni encontraríamos las mismas raves, ni nos reiríamos con los mismos andaluces. Por tanto no, es imposible que encuentre aquellas situaciones y aquellos sentimientos.
Como dice Sabina “al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. Si me hubieran preguntado allí si era feliz, supongo que hubiera dicho que no del todo.
La vida es así, ya pasamos la pubertad, entonces éramos sacos de hormonas y no podíamos pensar. Hoy somos gente con más razón y nos desconcierta tanto cambio. Estamos en la crisis de los veinte tantos diría la Vogue. Y cada uno se lo puede tomar como quiera.
Hay quienes resistirán donde están, sin necesidad de buscar aventura aceptando lo que tienen y siendo felices con ello. Hay quienes intentaran cambiar y se darán cuenta que es imposible encontrar algo mejor a lo que tenían. Ni en Londres, Nueva York, Estocolmo, o San Francisco. También habrá quienes cambien su filosofía de vida y decidan dar un giro brusco por unos años, guiados por una imagen de un skyline nocturno que les enamora. Otros seguirán la diáspora porque algo dentro de ellos les obliga.
Cada uno sabe como es.
Pero no veo nada negativo en ello, ni nada positivo. O mejor, veo tantas cosas negativas y tantas positivas. Al final es lo mismo.
Hay noches que vuelves borracho a una casa que no es la tuya, con ganas de llorar y pensando en tus amigos, en chicas de pelo rojo, en tu madre, en tu padre, en tu padrastro. Hay tardes de domingo que se hacen cuesta arriba, y que la culpa por haberte equivocado no te deja en paz.
Pero también hay buenos momentos, muchos. Hay mucha gente fuera que vale la pena (entre montones de gente que son mierda seca), gente de la que aprender tantas cosas como que es la relación aurea, La insoportable levedad del ser, old boy, beber un poco de buen vino para cenar un Martes, saber que salir no es siempre la mejor opción, quien es Lecorbusier, Alvar Aalto, Asplund, un poco de musica electronica, Rayuela, que los spaghetti no se deben de comer con trozos de carne, etc, etc.
Y también se aprende de todos los que están fuera, y los que siguen en valencia. A no coger el móvil de vez en cuando, a como se hace una canción en el ordenador, quienes son los wombats, de donde vienen los luteranos, el genio que pete llevaba de crío, a que hay libros que se deben de leer en casa tranquilos y no en el metro, Albert King, etc, etc.
En fin, que la vida es corta, y cada momento es nuevo y distinto al resto, el determinar si es mejor o peor depende mucho de uno mismo.
Somos jóvenes y nos queda tanto, ahora toca ponerse nerviosos porque no sabemos a donde ir, ni que hacer, pero es una parte nueva que dentro de unos años recordaremos todos juntos con nostalgia, como ahora recordamos la que empezamos a dejar atrás.

Comienzo un blog, me diste permiso para copiarte. No se si lo seguiré mucho.
Me ha parecido adecuado empezarlo con un tema que hemos comentado mucho en este viaje, mientras bebíamos vino donde cristo perdió el gorro.

5 commenti:

hipster ha detto...

carretera y manta.

bienvenido a la liga de los hombres extraordinarios. que en vez de salir un sabado escriben tonterías.

tengo tu sombrero. el de cristo aún no lo he visto.

un saludo y animo !

esepollo ha detto...

Bueno, bueno, bueno...Ma costao pero he conseguido leer tu movida. No m he enterao mucho pork a mitad se m ha descargao el video de cangrejas y he tenido k verlo, con la pérdida de tiempo y el gasto de kleenex k ello conlleva. Así k cuando he reanudado mi lectura ya no m acordaba muy bien por dond iba la cosa. Podría haberlo releído, pero...Buuuh! Solo decirte que, muy a mi pesar, no he encontrao muchas faltas de ortografía(no m puedo meter contigo en este sentido),veo k t estás volviendo un chico culto...muy bien. No sé yo si llegarás al nivel del niño terrible pero bueno...

Pues nada, espero que tus "farolas alumbrando levemente con su tenue luz pero incandescente brillo el abrupto asfalto de las calles mojadas" dure mucho tiempo y pueda escribirte más cositas.

Un abrazo y sé tu mismo (aunque seas mierda seca).

PD: No t enfades, sabes k en el fondo t quiero, carasapo.

esepollo ha detto...

la foto del chinorris sí k m ha molao

matias ha detto...

La frase no es de Sabina, es de Juan Rulfo. Empieza con ella la historia de Pedro Páramo.
Lo digo antes de que salga un listillo con ganas de guerra.

esepollo ha detto...

Justo ahora iba a decírtelo. Ya decía yo que esa frase me sonaba a mi a jose manuel rulfo...