mercoledì 21 novembre 2007


Suena Jim Morrison en el despertador, bendito invento. No hay nada con que acompañar la leche, la calle esta cubierta por una neblina que no te deja ver el final. Hace frío, a pesar de volver de tierras escandinavas el clima aquí no es nada fácil.
Las primeras clases de la mañana ya no me interesan tanto, la que más me motiva es una en la que ni siquiera estoy matriculado, y me gusta sobretodo por el ritual de desayunar en una pastelería que hace esquina en mi calle con el nuevo Alejandro de este año, que es chica y se llama Irene. El resto del tiempo dedicado al estudio lo ocupan dos proyectos, un hospital con una forma fea y complicada y un edificio en hormigón en el que hay que asegurar que no se va a caer. Hubo una semana de ideas abiertas para cambiar la forma del hospital, yo propuse una y no la aceptaron, creo que porque no la presente adecuadamente (porque era de puta madre y la profesora una imbécil). Un error más de los que aprender.
Desde que estoy aquí viviendo esta vida tan guay y teatrera he cometido varios errores gordos que me han complicado el sueño varias noches. Me consuela pensar que de ellos aprenderé, pero no se cuando acabara la fase de figuras di merda y empezara la de poner en marcha todo lo aprendido.
Sigo abusando del alcohol, y sigo siendo incapaz de decir que no cuando hay algo de plan. Los sitios han cambiado, intento salir del universo erasmus, pero aunque lo consiga mi riñón no nota ninguna diferencia, aunque mi cabeza me diga que soy muy moderno.
El otro día me lo pase bastante bien, fui a un pequeño concierto en un pub chiquitín, tocaban “ you say party we say die”, estuvimos hablando con los teloneros (unos chavales de Milán que parecían Franz Ferdinand) y después de comprarles un cd nos regalaron unas camisetas. Luego vinieron los fuertes, y la liaron parda. Hacia tiempo que no oía buena música en Milan, ni veía tanto moderno. En Estocolmo era normal ver a gente de revista alternativa, pero aquí son más comunes las zapatillas nike con airbag y las mochilas seven con hueco para el walkman. Aunque no mole decirlo, la verdad es que me moló.
La semana que viene nos vamos a Praga, tercer viaje en este mes. Si te pasas te lo pierdes. Estoy borrachísimo de viajar, estoy vomitando entre dos coches, y mañana me tengo que levantar pronto porque tengo que currar.
Al abusar, se pierde la ilusión, ya no gritas a los cuatro vientos que te vas de viaje, no te preparas durante dos días la maleta, ni lloras cuando toca volver. Tampoco le das tanta importancia a los momentos vividos. Porque el cerebro tiene un límite, y si lo inflas no esperes valorar las cosas como se merecen.
En mayo ya me paso esto, y dije que ya no mas.. ja! Pues aquí me tienes. Supongo que soy así, discúlpenme por favor.
Mañana el Javi y el Carlos tienen examen, mientras el primero estudia el otro se hace un ciclo de cine.
Quería hablar de Fernando Fernan Gomez, que hoy ha estirado la pata. Pero estoy un poco cansado,

Un besito con todo el corazón Fernandino
Y un abrazo para el duque, un republicano más.

domenica 18 novembre 2007

La diáspora


Época de cambios esta que vivimos. Teníamos una vida montada, una bonita maquina que funcionaba a la perfección, donde los problemas eran pequeños y los hacíamos grandes a voluntad. Un mundo creado entre todos, en el que éramos felices.
Pero el tiempo avanza en línea recta, y no en círculo. Las cosas cambian y es difícil ser feliz si te empeñas en volver a aquellos momentos en los que ahora ves que eras feliz, pero que entonces aun no eras consciente de ello. feliz, felicidad, feliz, felicidad, fidelidad a la felicidad.
La vida o la inquietud de las personas, dictó que el momento había llegado, la gente comenzó a marcharse, cambiaron sus vidas y las de aquellos que se quedaron.
Ahora cada uno esta en un punto distinto y en una royo distinto, sabemos poco unos de otros, solo las historias mas grandes cruzan las fronteras. Muchas otras que hubieran dado noches enteras de risas se quedan perdidas en nuestros respectivos destinos, algunas se rescataran una tarde cualquiera, otras jamás las conoceremos.
Es triste, si. Es como aquel verano en Edimburgo, cuantas veces he dicho cuanto me hubiera gustado triunfar, encontrar un trabajo y una casa. Mucha gente me dice que lo vuelva a intentar. Pero eso es mentira, no lo puedo volver a intentar, porque ni tengo 20 años, ni un verano en el que no tengo nada mejor que hacer, ni me acompañarían Alberto ni Pablo, ni encontraríamos las mismas raves, ni nos reiríamos con los mismos andaluces. Por tanto no, es imposible que encuentre aquellas situaciones y aquellos sentimientos.
Como dice Sabina “al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. Si me hubieran preguntado allí si era feliz, supongo que hubiera dicho que no del todo.
La vida es así, ya pasamos la pubertad, entonces éramos sacos de hormonas y no podíamos pensar. Hoy somos gente con más razón y nos desconcierta tanto cambio. Estamos en la crisis de los veinte tantos diría la Vogue. Y cada uno se lo puede tomar como quiera.
Hay quienes resistirán donde están, sin necesidad de buscar aventura aceptando lo que tienen y siendo felices con ello. Hay quienes intentaran cambiar y se darán cuenta que es imposible encontrar algo mejor a lo que tenían. Ni en Londres, Nueva York, Estocolmo, o San Francisco. También habrá quienes cambien su filosofía de vida y decidan dar un giro brusco por unos años, guiados por una imagen de un skyline nocturno que les enamora. Otros seguirán la diáspora porque algo dentro de ellos les obliga.
Cada uno sabe como es.
Pero no veo nada negativo en ello, ni nada positivo. O mejor, veo tantas cosas negativas y tantas positivas. Al final es lo mismo.
Hay noches que vuelves borracho a una casa que no es la tuya, con ganas de llorar y pensando en tus amigos, en chicas de pelo rojo, en tu madre, en tu padre, en tu padrastro. Hay tardes de domingo que se hacen cuesta arriba, y que la culpa por haberte equivocado no te deja en paz.
Pero también hay buenos momentos, muchos. Hay mucha gente fuera que vale la pena (entre montones de gente que son mierda seca), gente de la que aprender tantas cosas como que es la relación aurea, La insoportable levedad del ser, old boy, beber un poco de buen vino para cenar un Martes, saber que salir no es siempre la mejor opción, quien es Lecorbusier, Alvar Aalto, Asplund, un poco de musica electronica, Rayuela, que los spaghetti no se deben de comer con trozos de carne, etc, etc.
Y también se aprende de todos los que están fuera, y los que siguen en valencia. A no coger el móvil de vez en cuando, a como se hace una canción en el ordenador, quienes son los wombats, de donde vienen los luteranos, el genio que pete llevaba de crío, a que hay libros que se deben de leer en casa tranquilos y no en el metro, Albert King, etc, etc.
En fin, que la vida es corta, y cada momento es nuevo y distinto al resto, el determinar si es mejor o peor depende mucho de uno mismo.
Somos jóvenes y nos queda tanto, ahora toca ponerse nerviosos porque no sabemos a donde ir, ni que hacer, pero es una parte nueva que dentro de unos años recordaremos todos juntos con nostalgia, como ahora recordamos la que empezamos a dejar atrás.

Comienzo un blog, me diste permiso para copiarte. No se si lo seguiré mucho.
Me ha parecido adecuado empezarlo con un tema que hemos comentado mucho en este viaje, mientras bebíamos vino donde cristo perdió el gorro.