domenica 19 ottobre 2008


Me destrozaron la boca en una pelea, y ya no puedo tocar el saxofón. Lo tengo en la estantería, y confío que alguna buena mujer me de un hijo que lo vuelva a coger. Entonces le enseñare todo lo que yo se antes de que sea mayor de edad, y luego le dejare que marche, con un talento sobrenatural. Para que haga justicia y religión, paz y amor. Un amor supremo.
Mientras tanto el saxo ayuda a iluminar la sala, la luz cenital que llega a intervalos a través del ventilador se descompone en millones de rayos cuando rebota en él. Lo mismo ocurre con el whisky y con los hielos. Me siento en el sofá, en silencio y disfruto de los reflejos que hay en mi habitación, luces y sombras, y el humo. El blanco y negro, y el dorado, y en silencio, por respeto. El saxo, el humo, la luz y yo, todos atrapados en en esta habitación.
He intentado tocarlo, pero no puedo, no sale lo de antes, y no se como aguantar. Estoy pensando en añadir otro elemento de luz a mi museo de sombras, la sangre. Rojo encima del negro, disfrutando del espectáculo hasta que el cuerpo aguante.
La vecina de abajo sabe como estoy, y pone a Miles Davis o Charlie Parker cada noche, bien fuerte, para que yo lo oiga, lo hace para animarme. Antes nos reíamos mucho, antes de la pelea claro. Después he dejado de hablar con todos. De todas maneras, quiero decirle que deje de poner música a altas horas de la madrugada, porque me molesta. Una vez maldecido, me gusta oírlo, a través de los muros, me recuerda a los viejos tiempos, cuando tocaba con los chicos, la improvisación, las chicas, el calor, los focos, el sudor, los trajes, luego me doy cuenta de donde estoy, y me deprimo. A veces he llegado a coger el saxofón y moverme como cuando tocaba en el escenario, pero mis labios no lo tocan. Cuando me doy cuenta de donde estoy es mucho mas duro, mas patético. Es tan patético que creo que por fin he tocado fondo y puedo empezar a levantar cabeza. Pero hay que ver cuán profundo es este agujero. Y tengo que llegar al fondo, para poder apoyar la escalera y volver a subir. Pero siempre hay más. Siempre.
Lo peor es que no se si estoy loco o si sólo me estoy auto compadeciendo, si todo este juego de luces, el silencio, no hablar con nadie no es más que una imagen que creo para mi, esforzándome en resultar lo más triste posible, para iconizarme, pensando que alguien lo escribirá en las páginas de la historia del jazz. "La caída a los infiernos de Will. G, el mejor saxofonista de Nueva York, hasta que unos negros le pegaron una paliza. Hubiera sido mejor que John Coltrane". O para pedir auxilio, una huelga de patetismo para que alguien venga a rescatarme. No aguantaría que nadie pensara una cosa así, no puedo describir cuanto me duele pensarlo. Ojala este autenticamente loco, totalmente salvaje y puro.
Esta habitación no tiene azul, y lo echo de menos. Tendré que animarme de una vez y salir a la calle, a buscar el azul, otra vez.

3 commenti:

Anonimo ha detto...

muy bien.

este sí es el guión de un corto.este sí.

me ha gustado mucho, me creía que lo habías escrito para mí.

me ha gustado mucho.

Anonimo ha detto...

vuelvo desde el limbo para decirte que ¡joder nano!

p.d. desde mi humilde opinión sólo cambiaría la imagen...

merx

Anonimo ha detto...

En ocaciones te huelo en el aire.

Y es una cosa grata.


http://www.youtube.com/watch?v=mFOyLDe1nbw&feature=related


Canción para días de otoño.